Quiero decirles, Mis Amados —sé que ya lo He dicho antes, pero algunos todavía no lo entienden—, que aunque tan sólo sea por cinco minutos, comiencen y hagan Aplicaciones definitivas por la mañana y por la noche, sin importar cual pueda ser la influencia de las circunstancias externas. Si hacen esto, entonces las condiciones se facilitarán en gran medida. De ustedes depende determinar qué harán con el tiempo que disponen, pero la cuestión es ésta: si hacen sus Aplicaciones matutinas y vespertinas —sólo toma de diez a quince minutos—, entonces establecerán las condiciones apropiadas alrededor suyo para que las cosas despierten. La energía, la Inteligencia Directriz del día y todo se moverá, de forma sencilla, con tal velocidad que ustedes se encontrarán que tienen una o dos horas de más.
No vayan a pensar que estoy diciendo esto con de forma imperativa, porque bien saben que Yo no lo haría; pero si pudieran alguna vez ver cómo deambula la mente sin estar ágil ni alerta, ¡se sorprenderían! Si ustedes se auto-observan de cerca, notarán que a la mente le entra un pequeño sentimiento de irritación o discordia (o una especie de confusión) que no la deja actuar tan alerta y rápidamente como pudiera.
Esta noche voy a sugerirles algo que todavía no les he hablado. Media hora antes de hacer su Aplicación —probablemente no contarán con tanto tiempo en la mañana, pero sí por la noche—, digan:
«¡Amada ‘Magna Presencia YO SOY’! dame la Contemplación Maestra Ascendida!» Luego, cuando entren a la Aplicación que les ocupa, encontrarán tal firmeza, tal estado de alerta y rapidez en el sentimiento que descargarán, que les sorprenderá. Estén pendientes de esto, y cuando se vayan a trabajar, observen su Aplicación y vean si sienten que está algo “blah”. Si éste es el caso, no hagan otra Aplicación hasta tanto no eliminen de su ser ese sentimiento o sensación. En cinco minutos pueden lograr más de lo que harían en quince con ese sentimiento “blah” presente.
El ser humano es una criatura muy inestable. Se entusiasma con algo por varios días, y entonces pronto se olvida de ello. No creo que se pueda mantener una larga secuencia de Decretos —ustedes no podrían hacerlo, se les iría todo el día en ello. Pero después de todo, hay ciertas cosas —les hablo ahora de su uso individual- y si necesita corregirse, permítanme corregir la idea ahora. Nunca se pretendió que todos estos Decretos se hicieran uno detrás de otro, todos los días, sino que se dieron porque algunos crean ciertos sentimientos que pueden establecerse con cuatro o cinco Decretos apropiados allí donde fallarían cien.
¿Saben? Ustedes deberían tomarse de la mano y colocarse en su sitio. Cuando duerman un poco, párense y ocúpense de sus labores, y siéntanse realmente responsables por su vida, por su mundo. No sientan que el mundo los debería llevar sobre una bandeja de oro. Sencillamente sumérjanse en el gozo y entusiasmo del Servicio. Ahora mismo pueden pasarlo muy bien, por lo que ajústense los cinturones, agárrense y adéntrense en eso. Entren con brío y entusiasmo, y que la cosa sea en serio. Sencillamente sientan la felicidad, la alegría y el entusiasmo de su trabajo.
Saint Germain